Antonella tenía solo 7 años cuando un accidente, en 1999, convirtió su historia en un símbolo profundo de amor y solidaridad. Su legado trascendió el tiempo y, hoy, sigue iluminando el camino de miles de personas que esperan una nueva oportunidad de vida.

En la Legislatura porteña, conmemoramos el Día Nacional de la Persona Donante de Órganos junto a sus padres, Alejandro y Silvia, quienes viajaron desde muy lejos para compartir este momento. Su fortaleza y compromiso son un testimonio conmovedor de cómo el dolor puede transformarse en esperanza para tantas familias.
Donar órganos es dar vida después de la vida

El acto fue también un llamado a reflexionar sobre la importancia de la donación de órganos y del impacto que tiene cada decisión solidaria. Gracias a historias como la de Antonella, comprendemos que donar no es solo un gesto: es un legado de amor.
Te invitamos a sumarte y ayudar a generar conciencia.
Donar órganos es dar vida después de la vida.